Friday, July 17, 2009

Preludio: Año y medio después… (LADCA No. 0, Vol 3)

Alquimio Batros se despertó con una resaca terrible. Se encontraba en una habitación extraña, para él al menos. Un halfling se probaba su sombrero y revisaba los bolsillos de su sobretodo colgado en una silla. Albatros ubicó su rapier al lado de la cama donde estaba recostado, lo tomó con cuidado y se levantó y acercó silenciosamente al pequeño intruso.

“Las manos donde pueda verlas,” dijo el capitán de la Zaarita hincando con la punta de su rapier la nuca del halfling. El halfling volteó lentamente hasta dejar el rapier justo al medio de su cuello, arrepintiéndose de inmediato.

“Estás despierto,” fue lo único que atinó a decir el halfling. Albatros frunció el ceño levantando las cejas, ante lo cual hizo una mueca de dolor por la resaca y volvió a dejar la parte superior de su cara en su lugar.

“Pon mis cosas donde estaban y sal de mi habitación,” trató de intimidar Albatros a su pequeño oponente.

“Ehhh… es mi habitación,” respondió el halfling. ‘Eso explica porque no la reconocía’, pensó el pirata. “Anoche, el Molusco Frío, ¿recuerdas?”

“Yo no le entro a los pequeños…” empezó a decir Albatros con cara extrañada, tratando de acordarse.

“No, no, los dos tipos que te siguieron al salir de la cantina. Te enfrentaron. Dijeron algo de un tal Moren. Tú empezaste a balbucear algo y ellos desenvainaron, pero estabas demasiado borracho para hacerles frente…”

“Eso si te lo puedo creer…”

“…así que los distraje y te saqué de ahí.”

Albatros miró al halfling de pies a cabeza. No se trataba de un hombre de mar ciertamente, tenía un aspecto magro y enjuto, parecía más bien el hijo de algún noble. No parecía estar mintiendo tampoco.

“¿Cuál es tu nombre, pequeño?”

“Tedes Atoro, el chico. Me nombraron como mi padre.”

“Pues bueno, Tedes “el chico”, el capitán Alquimio Batros está en deuda contigo,” dijo el capitán de la Zaarita bajando su rapier y extendiendo una mano que el halfling estrechó aliviado. “Pero es hora de partir, no quisiera que Brightwind se entere que estoy por aquí. Ese muchacho se toma las cosas a pecho, ¿sabes?” siguió diciendo el pirata mientras recogía su equipo y se ponía su sombrero y sobretodo.

“¿Puedo ir contigo?” dijo rápidamente el halfling ubicándose entre el pirata y la puerta. Albatros se detuvo en seco.

“Mira, chico, no es que crea que no estás a la altura… je, lo siento… ni siquiera sabes a donde voy.”

“No me importa, eres un pirata,” dijo el halfling sonriendo, “y además me debes una.”

“¿Qué te hace pensar que soy un pirata?” Albatros abrió los brazos como para mostarse por completo, se miró un segundo y los bajó sabiendo que no podría ganar ese argumento. “Está bien chico, pero no esperes un trato especial… y da por saldada la deuda.” Luego continuó murmurando entre dientes, “habrase visto, venir a cobrar deudas en estos tiempos, a donde vamos a ir a parar…”

“Excelente, tengo mi maleta lista,” dijo Tedes corriendo a buscar un elegante baúl, “por cierto, tenías esto en el bolsillo ayer cuando te traje,” y el halfling entregó un sobre abierto al pirata.

“Gracias,” Albatros volviendo a fruncir el ceño levantando las cejas y arrepintiéndose al instante, dándose cuenta además de que el pequeño había tenido un plan B desde el principio, “¿cuál me dijiste que era tu profesión?”

“Mago.”

Barra Bandera Albatros

La Zaarita estaba anclada en una caleta no muy lejos del puerto principal de Blackrock, capital de la isla Orthos. Un pequeño bote esperaba a Albatros y a su nuevo compañero en la orilla. El halfling veía a la Caravela acercarse cada vez más a medida que iban remando, era todo lo que siempre había esperado de un barco pirata: tres altos mástiles sosteniendo incontables juegos de velas, un enorme ballesta en la cubierta y un gran alboroto abordo. Desde aún más pequeño Tedes había querido hacerse a la mar, pero su familia lo obligó a seguir sus estudios de artes arcanas. Esta era su oportunidad de convertirse en el pirata que siempre quiso ser.

“Que gusto verlo capitán,” dijo Segundo recibiendo a Albatros ni bien puso el un pie en el barco. “Estábamos preocupados cuando nos dijeron que lo vieron salir con dos tipos del Molusco Frío anoche. ¿Tenemos ya un rumbo?”

“Skairn, lo antes que podamos. Y convoca a reunión en la sala de oficiales, tenemos un trabajo que discutir.”

La sala de oficiales de la Zaarita, como en la mayoría de barcos, fungía también de comedor, cuarto de dibujo y trazo de rutas, o sala de estar para oficiales y pasajeros. En el caso de la Zaarita se trataba de una habitación espaciosa con un par de cuadros bastante enmohesidos en las paredes, un mueble lleno de botellas de licor y una gran mesa al medio con sillas alrededor. Albatros entró seguido por Tedes, el chico, y tomó asiento en la cabecera de la mesa, donde ya se encontraban sentados los altos mandos de la embarcación pirata.

“¿Quién es el niño?” preguntó Tholo Lacs, el hasta hace unas horas última adición de la Zaarita, siempre con esa cara de que las cosas no le cuadran.

“Tedes Atoro, el chico,” dijo Albatros, “algo de su padre, su hijo supongo. Vendrá con nosotros,” y señalando a cada uno de los presentes, continuó. “Estos son: Segundo, navegante, bardo y segundo abordo; Danubio, nuestro contramaestre; Lax Zhante, médico abordo; y Tholo Lacs, el… el… él realmente no sé muy bien que hace, pero es bueno,” terminó de decir el capitán de la Zhaarita con voz convencida. Luego se acercó al oido del mago y agregó en voz baja, “dice que es ninja, no pirata, es mejor no discutirle al respecto.”

“¿Y por qué estamos llevando de paseo al chaval?” intervino nuevamente el ninja/pirata.

“Bueno, es un mago, y es pequeño, y… no teníamos uno de estos,” respondió Albatros como si no entendiera por que tanto problema. “Pero bueno, ahora sí lo importante. Recibí una carta de un tal Zander s’Sivis, de Skairn. Dice que tiene un trabajo para nosotros. A todo esto ¿alguno de ustedes ha escuchado hablar del ‘Aún diría no: ¡Era-antes!?”

Tholo Lacs (Tholo Lacs)

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