Thursday, November 26, 2009

Peligros del Mar de Lhazaar (LADCA no.2, Vol 3)

El viaje de vuelta a Skairn transcurría sin honrar más tradición que la de tomarse todo el alcohol del barco. La Zaarita ya surcaba las aguas del mar de Lhazaar desde hacía un par de días sin ningún potencial atraco a la vista, lo que preocupaba a Tholo Lacs. Tedes Atoro, el chico, no se hacía problemas y disfrutaba de la tranquilidad de un paseo en barco mientras descifraba los rapiers que encontraron en el Northseeker, encerrado en su camarote. El anillo era otra historia, Albatros se rehusaba a quitárselo y el halfling había tenido que contentarse con darle una ojeada mientras su capitán aún lo tenía puesto. Eventualmente volvió a la cubierta, se le veía exhausto aunque con una sonrisa orgullosa.

“Son cuatro rapiers elementales,” empezó a explicar el pequeño mago, “cada uno parece tener una dragonshard que les da cualidades especiales: fuego, aire, agua y el último de tierra. Aún no se cómo hacerlos funcionar, pero parece que sus poderes se potencian al usarlos en su elemento respectivo.”

“¡Barco a la vista!” se escuchó desde el mástil mayor a Cosofrito. “¡A estribor capitán!”

Todos voltearon a la vez y vieron lo que parecía ser un galeón elemental en el horizonte. Albatros dio la orden de “a por él” y la Zaarita, haciendo honor a su fama de ser uno de los barcos más rápidos de los principados, alcanzó a su objetivo en no demasiadas horas.

“¡Preparen el abordaje!,” rugió Danubio aunque ya todos estaban listos y salivando. El galeón elemental, ya más de cerca, fue reconocido como el Silver Dragon por Albatros y los más antiguos de su tripulación. La embarcación formaba parte de la flota de la casa Lyrandar en las Principados y era bien sabido que solía transportar grandes cantidades de oro y piedras preciosas entre Regal Port y el continente.

Galeon elemental

El abordaje fue veloz y muy bien ejecutado. Tras reducir a la tripulación del Silver Dragon y a su capitán, un medio elfo llamado Aramil d’Lyrandar, los piratas pasaron todo el botín a la Zaarita.

“¡Esto es un ultrajo!” gritaba Aramil d’Lyrandar mientras veía como desvalijaban su galeón elemental, “¡no saben con quién se están metiendo!”

Pero nadie le prestaba atención, o casi nadie. Solo uno, el más novato, que además no cabía en sí mismo (y no necesariamente por su tamaño) por estar presenciando su primer atraco a un barco, decidió acallar al capitán del Silver Dragon… humillándolo frente a lo que quedaba de su tripulación. Y fue así como el Aramil d’Lyrandar tuvo que elegir entre su vida o desnudarse y caminar por cubierta haciendo como gallina, ante lo que el medio elfo no dudó en deshacerse de sus ropas y empezar a cacarear. Las carcajadas no se hicieron esperar e convirtieron lo que quedaba del atraco en algo divertido, incluso para los tripulantes del Silver Dragon, que al parecer no tenían mucha estima por su capitán. Una vez terminado el espectáculo y el traspaso de bienes, Albatros decidió poner en práctica una vieja táctica pirata para evitar engorrosas persecuciones post-abordajes: inutilizar el barco en cuestión rompiendo su timón.

Pero las viejas tácticas no siempre se mantienen al día con los avances tecnológicos, pues si no se sabría que una de las formas de liberar al elemental de un galeón es, justamente, rompiendo su timón. Y bueno, por más que hay lecciones en la vida que es mejor aprender de boca de otros, “a lo aprendido nadie le quita lo nadado” reza un dicho lhazaarita; y seguro que ninguno de los presentes, de los que lograron escapar al menos, olvidarán jamás la furia con la que el elemental de agua destruyó el barco que lo había mantenido cautivo por tantos años.

Aliviados y escapados por muy poco de la destrucción elemental, ya a algunas millas de distancia, los piratas de la Zaarita contaban su botín una y otra vez sin podérselo creer: gemas y dinero por más de 10,000 piezas de oro no se ven todos los días. Definitivamente había sido una buena aventura: estaban todos vivos, tenían suficiente botín para vivir despreocupados por muchísimo tiempo y habían conseguido objetos mágicos, entre los rapiers y el anillo, de al parecer gran valor y poder. ¿Qué podría arruinar tanta maravilla? Un dire shark por ejemplo, igualito al que le pegó dos terribles mordiscos a la proa de la Zaarita, dejándola a punto de irse a pique.

“¡Capitán, un dire shark!” gritó Cosofrito desde su puesto de vigía, mientras el barco se tambaleaba y todos corrían a tomar sus armas.

El rostro preocupado de Alquimio Batros resumía el del resto de su tripulación, la Zaarita no resistiría un nuevo ataque del tiburón gigante. “Tomen la ballesta y apúntenle entre los ojos,” ordenó Albatros, tras lo cual se puso su nuevo rapier acuático entre los dientes, subió a la baranda de estribor en la proa de la Zaarita y volteó a ver por última vez a su querida embarcación. “No she shevará mi barshco,” dijo lanzándose al mar para enfrentarse al monstruo.

El dire shark atrapó a Albatros en sus fauces mientras desde la borda Tedes y Tholo, el primero a punta de fireballs y el segundo con la ballesta, trataban de dañar al descomunal pez antes de que se tragara a su capitán. El tiburón, ya muy herido, se sumergió para protegerse de las bolas de fuego y los virotazos, llevándose con él a un Albatros que sabía que no le quedaba mucho tiempo. Fue entonces cuando el capitán de la Zaarita escuchó en su cabeza una voz que le repetía: “déjate llevar”. Albatros empezó a luchar con fuerzas inusitadas, repartiendo golpes con su rapier buscando liberarse, y justo cuando parecía que por fin lo lograría, la bestia se lo tragó.

En la Zaarita reinaba un silencio sepulcral, ya no se oía nada que no fuera el viento y la superficie del mar no mostraba indicios de que el combate continuara bajo el agua. Pero cuando el mago halfling y el ninja/pirata estaban a punto de empezar a discutir quien debería reemplazar a Albatros como capitán de la Zaarita, una gran mancha de sangre tiñó de rojo el mar y Alquimio Batros salió a la superficie tomando una gran bocanada de aire.

El resto del viaje se desarrollo sin más problemas, con todos contentos por tener a su capitán de vuelta y éste contando, una y otra vez, como había logrado escapar del tiburón, primero dejándose tragar y luego haciendo un agujero en el estómago del monstruo para salir por ahí. Solo Tholo Lacs escuchaba incrédulo, con una sonrisa disimulada y los brazos cruzados a la altura del pecho, apoyado en la baranda de cubierta de la Zaarita. Estaba seguro de que su capitán jamás se hubiera dejado tragar a propósito y que el agujero en el dire shark se debía, probablemente, más a golpes desesperados que a una estrategia premeditada. Aquello cambiaba totalmente el tono de la historia, pero ese no era momento para rectificaciones, las cosas habían salido bien después de todo.

Barra Bandera Albatros

Ya en Skairn Albatros volvió a encontrarse al Golden Dragon y a su capitán, solo que esta vez vestido de negro y con una expresión muy triste. Henri d’Lyrandar le contó que el barco de su hermano había sufrido un accidente, que el elemental del barco se había liberado y había atacado a la tripulación, destruyendo la embarcación. El cuerpo de su hermano y del de muchos de los tripulantes no pudo ser encontrado por lo que creían que el elemental los había devorado. Albatros, quien no quería agregar más sufrimiento al pobre Henri reabriendo la herida (ni ganarse un nuevo enemigo, cosa que comprobaría más adelante, no funcionó), se despidió sin contarle lo que realmente había sucedido.

Zander, por otro lado, era un gnomo feliz con todas las cosas que le llevaron de su tío y accedió a responderles algunas preguntas sobre el Northseeker; pero no pudo decirles nada sobre el anillo que habían encontrado y que, ahora más que nunca, Albatros se rehusaba a quitarse.

“Tiene un aura de maldad bastante fuerte,” fue lo único que atinó a decir el gnomo.

Albatros y compañía pagaron la deuda y con lo que les quedó del atraco al Silver Dragon disfrutaron mucho el resto de su estadía en Skairn, así como de ciertas señoritas de cuatro brazos que solían frecuentar la taberna del Mástil Roto.

2 comments:

Gonz said...

Creo que el nombre del barco de Aramil era "Black Lightning"... claro que no puedo asegurarlo después de tanto tiempo. Tendría que consultar mis notas ;)

Pablo said...

En realidad el Black Lightning es el de la sigueinte aventura: La Canción Verde... pero todo a su debido tiempo.

El Silver Dragon recibió ese nombre por ser el "hermano menor" del Golden Dragon... de acuerdo a tu notas hace un tiempo al menos.