Thursday, December 17, 2009

Cosas de Ninfas (LADCA No. 3, Vol 3)

Y pensar que pensaron (digamos que vale, total es lo único que se necesita) que el dinero les alcanzaría por muchísimo tiempo. Bastó tener una mala noche de apuestas, unas señoritas insaciables y los despilfarros acostumbrados para que, al cabo de un par de semanas, del botín del Silver Dragon ya no les quedara nada. Y mientras Segundo componía un nuevo tema y la gente pasaba el menor tiempo posible en cubierta para evitar la música del bardo, Albatros revisaba sus mapas de los Principados esperando recordar algún tesoro olvidado por ahí. Por suerte no pasaría mucho tiempo antes de que el azar les pusiera al frente una nueva aventura, pues a los pocos días de zarpar de Skairn con destino a Tantamar dos delfines empezaron a seguir a la Zaarita.

“¡Zurcado, la ballesta!” gritó el Glasas al ver a los dos delfines desde una de las ventanas de su cocina, “¡porción doble de ceviche a quien los atrape!” seguía vociferando el chef de la Zaarita mientras llegaba a la cubierta con trinche y cuchillo de cocina en mano. Y en el instante en que se asomaba por la borda para ver si los delfines seguían por ahí, estos dieron un gran salto saliendo del agua y aterrizaron en la Zaarita como las más graciosas y poco vestidas ninfas que aquellos desdichados piratas hubieran jamás tenido la suerte de conocer.

“Buen viento y aguas calmas, valientes marineros,” dijo una de las ninfas dando un paso adelante. Se trataba de una mujer joven de cabellos largos y dorados, ojos azules como el mar y el cielo (a pesar de que sean azules diferentes), con orejas muy largas y en punta, terriblemente hermosa; de esas bellezas a las que sería difícil quitarles la mirada de encima, si no vinieran en pares. “Mi nombre es Lydia y ella es mi hermana Layra. Somos las gobernantes de una pequeña isla entre las más grandes Seventh y Thrug...”

Nymph

“Y necesitamos su ayuda,” dijo Layra con una voz dulce y encantadora. Layra era muy parecida a Lydia, con cabellos rojizos y rasgos un poco menos refinados aunque no por eso menos atractiva. “Nuestra hermana Leysa ha sido raptada por un terrible pirata, Daerian Black, quien se niega a devolvérnosla. Ya no sabemos qué hacer, le hemos ofrecido gran parte de nuestro tesoro pero se sigue rehusando.”

“¿Tesoro?” intervino Tedes.

“¿Hermana?” se apresuró a decir Tholo Lacs.

“¿Serían ustedes capaces de devolvernos a nuestra querida Leysa?,” preguntó Lydia con un tono triste, casi desesperado, “estaríamos más que dispuestas a recompensarlos por su trabajo. Tenemos un gran tesoro del cual podrían hacerse con el objeto que quisieran, por ejemplo”.

“¿El objeto que queramos?” preguntó incrédulo Tedes, el chico.

“¿Hermana?” volvió a preguntar Tholo Lacs.

“No se hable más,” dijo esta vez Albatros sonriendo, “será un placer poder ayudarlas.” Y el acuerdo quedó sellado con un apretón de manos, mucho menos de lo que los piratas hubieran querido a apretar, valgan verdades.

Antes de partir las ninfas entregaron al capitán de la Zaarita dos mapas, uno con la ubicación de la guarida de Black y el otro con las indicaciones para llegar a su isla; y se despidieron deseándoles suerte y bendiciéndolos. Los tripulantes de la Zaarita se quedaron boquiabiertos al ver como estas dos maravillosas criaturas volvían a saltar al agua convirtiéndose en delfines, mientras sus escasos vestidos quedaban atrás sobre la cubierta del barco.

“!Qué están esperando!” despertó la voz del pirata/ninja al resto de la tripulación desde el timón de la Zaarita, mientras lo giraba de un lado a otro como esperando que el barco empezara a moverse por eso. “¿No escucharon? ¡Tenemos una nifa que salvar!”

Barra Bandera Albatros

La guarida de Daerian Black se encontraba oculta en una de las tantas caletas que formaban la península de Cape Far, pero el mapa que les entregaron las ninfas los guió rápida y efectivamente hacia esta. La Zaarita planeaba pasar de largo en reconocimiento, pero vieron que el Black Lightning, el barco de ladrón de hermanas, estaba a punto de zarpar, por lo que no perdieron el tiempo y se lanzaron a por ellos.

Black, al ver a la Zaarita acercándose, encantó un bote de su embarcación y cruzó volando hasta el barco de Albatros, donde fue recibido a punta de espadazos y hechizos, y es que los piratas de la Zaarita no eran de los que primero preguntan. Daerian Black sabía que no podría resistir demasiado pues lo superaban en número, pero ni siquiera la llegada de Leysa, que voló también desde el Black Lightning para defender a su captor, cambio el curso de la batalla. En lo que parpadea un hypocampus, ambos se vieron reducidos y atados al mástil mayor.

“He escuchado de esto,” decía Tedes mientras miraba a la pareja tratando de soltar sus ataduras, “se trata del síndrome de ‘estoeselcolmo’.”

“No hay síndromes ni nada por el estilo aquí, mis respetables captores,” se apresuró a decir Daerian Black ya un poco más calmado, al ver que no podría liberarse. “Seguro fueron las hermanas de Leysa las que les pidieron que la rescaten de las garras de un terrible pirata. Pues nada está más lejos de la verdad…”

“Es cierto,” agregó la bella ninfa con lágrimas en los ojos, “mis hermanas no aprueban nuestro amor. Ellas creen que Daerian no es digno de unirse a nuestra familia. No nos quedó otra opción que fugarnos para poder estar juntos.”

“Y ustedes,” volvió a hablar Black, “no son los primeros a los que han enviado, aunque si en tener éxito,” terminó de decir con voz decepcionada y bajando la mirada.

“Si bueno, muy romántico,” intervino el capitán de la Zaarita, “¡Segundo, fija rumbo al sur de Regalport, tenemos un paquete que entregar!”

“¿Pero, no nos creen acaso?” Leysa miraba con expresión sorprendida a los piratas.

“No es que les creamos o no,” se metió en la conversación Tholo Lacs, “fue muy conmovedor en realidad, pero estas dos señoritas, tus hermanas, nos han ofrecido una “suculenta” recompensa, ¿sabes? Además, quienes somos nosotros para evitar que una familia se reúna.”

“¡Un momento, por favor!” gritó Black forcejeando con las cuerdas que lo ataban, “¡les ofreceremos algo mejor!”

“¿Mejor que dos ninfas agradecidas?” preguntó irónico el ninja/pirata.

“¡Su tesoro, todo su tesoro!, no solo una parte de él como ellas seguramente les prometieron.”

“¿Y cómo planeas cumplir con eso?” Albatros parecía interesado.

“Capitán, ¿está bromeando verdad?” se apresuró a decir Tholo, “¡son DOS ninfas agradecidas!”

“Les ayudaré a enfrentarlas y una vez que las hallamos derrotado, el tesoro será todo suyo.”

El pirata/ninja miró a su capitán y al halfling mago, negó con la cabeza y caminó hacia los prisioneros. “Maldita sea, tan cerca que estuvimos,” y los desató.

Barra Bandera Albatros

Albatros, sus piratas y Leysa (atada aún, para no levantar sospechas), seguidos de cerca por Black y su barco camuflados, llegaron a la isla de las ninfas después de algunos días de viaje, ya avanzada la noche. Las ninfas recibieron en la playa a Albatros, Tedes “el chico”, Tholo y Leysa, los únicos que desembarcaron, con mucha alegría, excesivos cariños y aún menos ropa que la primera vez que se encontraron. Estaban sinceramente contentas de tener a su hermana nuevamente con ellas y lo primero que hicieron fue desatarla y abrazarla. La hermana menor devolvió los abrazos pero no compartía la alegría.

“¡Trilia, Runesia!” gritó la Layra y dos ninfas aparecieron en la playa, “lleven a estos caballeros a la bóveda,” y luego continuó dirigiéndose a los piratas sonriente, “tendrán que disculpar que no los acompañemos, pero tenemos mucho que hablar con nuestra hermana.” Y con una sutil reverencia las tres hermanas se retiraron caminando hacia el bosque.

Los piratas se miraron un poco confundidos, el plan se estaba yendo al agua. Siguieron a sus guías por la playa hasta una cueva con una gran puerta de madera, bañada por la espuma de las olas. Las dos ninfas que les hacían de escolta juntaron sus manos y cantaron unas palabras en algún lenguaje que ninguno logró entender. Los cerrojos que aseguraban la puerta desaparecieron.

“Adelante, escojan lo que lo que mejor les parezca. Nosotras los esperaremos aquí,” dijeron Trilia y Runesia al unísono.

El interior de la gruta estaba iluminado por la luz de la luna reflejada en el tesoro de las ninfas, y los piratas se quedaron maravillados. Monedas, joyas, obras de arte, y armas de apariencia más que mágica. Pero algo más llamó su atención, un humano encadenado, casi desnudo, yacía sobre un montón de piezas de oro. El humano no recordaba su nombre, solo que las ninfas lo habían atrapado y lo tenían cautivo para entretenimiento personal. La noche seguía avanzando y si querían seguir adelante con el rescate de Leysa tendrían que improvisar, así que liberaron al humano esperando que pudiera serles de utilidad y Albatros dio la orden de atacar a las escoltas que los acompañaban. El ataque sorpresa funcionó, pero Runesia consiguió escapar y dar la alarma. Albatros, Tholo y Tedes persiguieron a la ninfa por la playa hasta que el capitán de la Zaarita se lanzó contra ella, derribándola, justo en el momento en que aparecían Layra y Lydia, con cara de pocos amigos.

DeaconBlood_Elf_by_GENZOMAN

“Esto se ve peor de lo que es en realidad…” fue lo único que atinó a decir el capitán pirata, para después mirar a la ninfa que yacía bajo él, “…bueno, tal vez no tanto.” Layra y Lydia respondieron conjurando una tormenta eléctrica sobre las cabezas de los piratas y atacándolos con rayos que dejaron ciegos a Tholo y a Tedes. Los dos piratas ciegos, en un acto de heroísmo irracional, decidieron quedarse y pelear y mientras el ninja/pirata se arrojaba al lugar donde había visto por última vez a las ninfas, el mago halfling lanzaba un fireball al mismo sitio. El resultado fue que si bien las ninfas se llevaron una buena chamuscada, Tholo Lacs se encontró ciego y a punto de pasar a mejor vida a causa el daño recibido, por lo que tuvo que retirarse y dejar solos a sus compañeros en el combate. Tedes seguía lanzando bolas de fuego pero las ninfas ya se habían movido y le resultaba imposible atinarles, mientras Alquimio Batros continuaba enfrascado en un combate cuerpo a cuerpo con la escolta, que oponía una resistencia inesperada. Fue entonces que el capitán de la Zaarita escuchó nuevamente esa voz en su cabeza y que juraría provenía del anillo: “déjate llevar”, e imágenes violentas ocuparon su mente; y en un arranque de furia logró zafarse del revolcón y despedazó a Runesia a punta de estocadas y dagazos.

Lydia y Layra se habían concentrado en seguir arrojando rayos al capitán y a Tedes desde una distancia segura, con lo que los piratas estaban ya bastante heridos y el combate pintaba mal. Albatros, aún sediento de sangre, se abalanzó contra Layra aunque sin mayor éxito esta vez, pues el daño que le infringía con el rapier terrestre no hacía mella en la ninfa. Y como tenía que ser, cuando parecía que todo estaba perdido, algo terminó inclinando la balanza a favor de los piratas. De la nada (o de la bruma) el prisionero que habían liberado en la bóveda se unió al combate y flanqueando a la ninfa contra la que luchaba Albatros, le dieron vuelta en menos de lo que canta un gallo (siempre y cuando a un gallo le tome por lo menos 6 segundos pegarse un canto).

Lydia se veía preocupada de repente, parecía que el poder de estas ninfas radicaba en su unión y muerta una a la otra no le quedó más que buscar el mismo destino: la última de las ninfas lanzó un gritó escalofriante al cielo y cargó contra el capitán pirata, pero éste y su nuevo aliado no tardaron en deshacerse de ella también.

“¿Necesitan ayuda?” dijo Black apareciendo también de entre la bruma con Leysa del brazo. Ambos se veían radiantes, como que no les había costado nada escapar de sus captoras. Los piratas se miraron (los que aún podían)pero no dijeron nada, no era momento para bromas, era momento para tesoros.

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