Monday, April 20, 2009

Cara a cara (LADCA No. 7, Vol 2)

La Zaarita llevaba dos días y dos noches a la caza del Amuikaf Rojo y por fin divisaba sus velas escarlatas en el horizonte. La nave de Albatros parecía ser más rápida que su presa pues pronto empezó a acortar la distancia que los separaba.

- ¡Icen los colores de una buena vez, qué sepan quienes están tras de ellos! – Alquimio Batros dio la orden y al instante una bandera negra con dos cutlass cruzados y una calavera de albatros sobre ellos comenzó a flamear en la punta del mástil mayor.

Bandera Albatros v2

- ¿Estás segura que ese es su barco? – preguntó Alquimio Batros a Essa, capitana del barco hundido la noche anterior por el Intrépido Pit y sus piratas (el Fondieu) y que, curiosamente, era también el objetivo de Albatros (aunque esto Essa no lo sabía).

- Te dije que te llevaría hasta él y yo siempre cumplo mi palabra – respondió la media elfa sin despegar la mirada del Amuikaf Rojo.

Albatros sonrió. Pit se estaba volviendo descuidado, se estaba confiando. Primero había sido aquel perturbado marinero al que encontraron en el barco quemado (el pobre desdichado no sobrevivió a la noche), pero ahora había ido aún más lejos. No solo no liquidó a la capitana del Fondieu ni a su contramaestre (un dragonborn llamado Ashar), sino que quiso ponerse trascendental haciendo que sufran una muerte lenta viéndolo alejarse, mientras se hundían junto con su barco atados al mástil mayor. Pero son esas las decisiones que, junto con Moradin, forjan el destino; y ahora eran Essa y Ashar quienes guiaban a la Zaarita al encuentro que Alquimio Batros llevaba tanto tiempo esperando.

- ¡Capitán, están virando! – gritó Cosofrito desde su puesto de vigía.

- Como que están virando, que se han creído esas anguilas de pecera ¡Todo a Babor! – gritó Albatros – ¡Nos pondremos en sotavento a ver si se les sigue apeteciendo hacerse los difíciles! – Las naves iban ahora en dirección a cruzarse unas millas más adelante.

- ¡Capitán, vuelven a virar! – gritaba nuevamente Cosofrito.

- Esto me huele a caca de sahuagin – se dijo Alquimio Batros. El Amiukaf Rojo tenía ahora rumbo paralelo a la Zaarita, pero en dirección contraria. Estaban cerca y si todo seguía como estaba, el choque sería inminente – ¡Danubio, prepara el abordaje! ¡Zurcado, ten lista la ballesta, si quieren pasarnos al lado se llevarán un recuerdo!

- ¡Ya escucharon al capitán, malditos holgazanes! – gritaba Danubio al equipo de asalto - ¡Alisten sus armas y empiecen a mojarme las velas y la cubierta! ¡Listos los sacos de arena!

Las naves estaban cada vez más cerca, pero el Intrépido Pit no tenía la menor intención de pasar al lado. Para cuando el Zurcado había apuntado la ballesta a la vela mayor enemiga, la cabeza de dragón en el espolón del Amiukaf Rojo escupió un gran chorro de fuego sobre la proa de la Zaarita.

- ¡Mantengan sus posiciones! – ordenó el capitán – ¡Me cambias un paso el rumbo, Segundo, y te mando a pelar piedras a las bodegas!

- ¡Apaguen ese fuego! – se le escuchaba gritar a Danubio en cubierta.

- ¿Alguna baja en la guardia? – preguntó Albatros.

- Todo en orden capitán… ¡Preparen los arpeos! – volvió a gritar Danubio.

El choque fue brutal, las dos embarcaciones crujieron hasta sus astillas. La peor parte se la llevó al Amuikaf Rojo, pues perdió su cabeza de dragón. La voz de Danubio se volvió a escuchar en toda la embarcación.

- ¡Enganchen, basuras! – y al grito del contramaestre cinco arpeos cruzaron hasta la proa del Amuikaf Rojo, asegurando que ninguna de las dos naves pudiera huir – ¡qué esperan para cruzar, remedos de piratas!

Danubio ya había cruzado, seguido por Albatros, Essa, Ashar, Tito, Chino viejo, el Zurcado (que se había quedado con las ganas de disparar su ballesta) y el resto del equipo de asalto. Los piratas del Amuikaf Rojo se batían a muerte. Había algo extraño en todos ellos pero no era el momento de ponerse a pensar en eso. A la hora de acuchillar y ser acuchillado da lo mismo que sean hombres, undeads o gelatinas.

pelea en barco con undeads v2

A diferencia del resto, Albatros no se entretuvo en el combate en cubierta y se abrió paso a punta de wandstolazos hasta llegar al castillo de popa. Ahí encontró al Intrépido Pit, quien parecía una caricatura de pirata con todos los estereotipos que uno podría imaginar, pero no se parecía en nada a la figura que Albatros había visto en sus sueños. Ambos desenvainaron y se dio inicio al combate. El capitán del Amuikaf Rojo no era demasiado diestro (ni zurdo, para los efectos del caso) en el uso del rapier, aunque sus golpes (los que llegaba a acertar) si que hacían daño. Estaba bien armado y bien protegido, los intentos del capitán de la Zaarita por atestar una buena estocada eran todos rechazados por la armadura de su rival. Finalmente Albatros hizo una finta y, sacando su daga con la zurda, atravesó la cota de mallas de Pit se desplomó herido de gravedad.

- ¿Dónde está? – preguntó el capitán de la Zaarita, pero el Intrépido Pit solo lo miraba como suplicándole por su vida. Albatros volvió a preguntar, ésta vez mientras le clavaba su daga en medio del estómago dándole unas vueltas, para enfatizar la pregunta.

- Prefiero que seas tú el que me mate – respondió Pit y con una arcada perdió el conocimiento.

“¿Ahora donde?”, pensó Albatros y entonces recordó. Atravesó como un rayo el pandemonio que era la cubierta, repartiendo y recibiendo algunas estocadas, y llegó a la escotilla. El Capitán de la Zaarita descendió dos niveles hasta la bodega, desierta como el resto del barco a excepción de la cubierta. El ambiente estaba en tinieblas y repleto de cofres cerrados que Albatros fue arrimando, buscando una pista o lo que fuera, hasta que encontró la última de las escotillas. Cuando descendió de un salto se sorprendió al sentir que tenía agua hasta los tobillos. El nivel inferior del Amuikaf Rojo parecía vacío y no se veía nada adentro. Albatros fue avanzando a tientas hasta que encontró una lámpara, la encendió y dio un vistazo alrededor. El agua estaba entrando detrás de unas cajas, bastante pesadas como pudo comprobar al arrimarlas, pasando a chorros entre las maderas de una pared. El pirata retrocedió entonces unos pasos, sacó su wandstol y disparó. Las maderas se partieron en mil pedazos y una pequeña ola entró a la bodega, haciendo trastabillar al capitán de la Zaarita. El agua le llegaba ahora hasta las rodillas, avanzó un poco más y atravesó el hueco que había hecho en la pared. Entró a lo que parecía ser habitación bastante sencilla (una cama, una mesa, una silla y algunos papeles flotando). Había un gran agujero en la pared por donde estaba entrando el agua, a la derecha de la puerta que acababa de hacer. Pero algo más llamó su atención. A sus pies, partido en dos, el Amuleto de los Vientos brillaba con una luz que se iba desvaneciendo.

Barra Bandera Albatros

Alquimio Batros siguió teniendo pesadillas de vez en cuando, pero éstas ya no eran como las de antes. Ahora no había figuras difusas ni tesoros que se les escapaban entre los dedos, ahora luchaba a muerte con Fauces, solos los dos en la cubierta de su querida Zaarita. Pero justo en el momento en el que el combate estaba a punto de definirse, Albatros despertaba agitado y sudando frío.

Capitán Fauces Listo

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