Sunday, February 4, 2007

El Scyllan (LADCA No. 2, Vol 1)

¿Que si puedo decirles algo acerca del Capitán Albatros? Pues claro, por aquí cualquiera podría decirles algo acerca de Albatros, por lo menos les dirán que se la pasa entre botellas de salasta cada vez que pisa estas tierras. Pero se han arrimado a buen árbol, tal vez yo pueda contarles algo más...

Pues bueno, sobre aquella dichosa serpiente de mar... comencemos por que no era una serpiente, sino un Scyllan, y que Albatros nunca estuvo atado de manos. El resto de lo que han escuchado puede ser más o menos cierto. Aquello del Scyllan ocurrió hace ya unos años y a mí me lo contó el mismísimo primo, de la hermana, de la mujer, del contramaestre de Albatros en aquellos tiempos. El Miundo, embarcación dirigida por Alquimio Batros cuando lo del Scyllan, había dejado hacía ya varios días la isla de Krag con dirección al este. El Capitán Albatros había reunido a una fiera tripulación de piratas dispuestos a todo, para realizar una empresa de locos: cruzar el Gay Tide.

Como les decía, el Miundo llevaba pocos días en altamar cuando comenzaron los problemas. Una noche, el campana de turno vio unas figuras extrañas deslizarse bajo el barco y dio la alarma, pero tras encender las luces e inspeccionar las aguas Albatros y su tripulación no encontraron nada. La escena se repitió a la noche siguiente con otro campana (pues el anterior había sido atado y arrojado a las bodegas por órdenes del capitán, para que no ande asustando a la tripulación con sus historias de espíritus de marineros ahogados que se alimentan de almas de piratas, y esas tonterías). Decía que la escena se repitió pero al igual que en la víspera no encontraron el menor indicio de espíritus ni figuras extrañas.

La gente comenzaba a ponerse nerviosa. Nadie durmió la tercera noche esperando lo peor, y lo peor fue que otra vez amaneció sin mayores acontecimientos. La tripulación empezaba a hablar de regresar a la isla Krag, o de cambiar de rumbo hacia Lastpoint, y que incluso eran capaces de arrojar a su capitán por la borda si éste no les hacía caso.

Albatros sabía que, fuera lo que fuera, sería mejor que sucediera algo pronto, pues de lo contrario tendría que dar media vuelta y volver por donde vino. Y justo cuando empezaba a divagar acerca de vinos y salastas, escuchó un grito infernal y un gran alboroto en cubierta. Recogió sus armas y se dirigió rápidamente a ver que era lo que pasaba, pero al salir del castillo de popa no pudo creer lo que sus ojos veían: el Miundo estaba siendo sujetado por tres grandes tentáculos con garras en las puntas, mientras otros tantos golpeaban o atrapaban a los aterrados piratas, llevándoselos luego hacia una enorme cabeza con rasgos de pez y dos grandes mandíbulas repletas de dientes.

No había posibilidad de salir entero de ésta y Albatros lo sabía. La bestia debía pesar unas 10 mil toneladas, ¿que resistencia podían oponerle? Pero había algo extraño en todo eso ¿Un Scyllan en medio del mar, y de ese mar en particular? Justo cuando el capitán ocupaba su mente en eso, un tentáculo lo golpeó fuertemente y lo arrojó al agua. Le costó subir nuevamente, el Miundo se movía como si estuviera en medio de una tormenta. Alquimio Batros vio, al llegar nuevamente a cubierta, que ya solo quedaban unos siete piratas ofreciendo resistencia, el resto había sido devorado o estaban nadando su regreso a casa. Desenvainó su cutlass y se unió a su contramaestre en la lucha contra uno de los tentáculos, el cual rápidamente se sacudió a los dos piratas de encima.

El combate era muy desigual, a la bestia no parecía hacerle ni cosquillas los ataques de los tripulantes del Miundo. Dos piratas más acaban de ser devorados cuando se escuchó una voz gritar: "¡Capitán, nos hundimos!", justo después de que el Scyllan había atravesado la cubierta y el casco del barco con uno de sus tentáculos.

Alquimio Batros comprendió en un segundo que esa era la única oportunidad que tendrían, recogió su cutlass del suelo y, corriendo hacia el tentáculo aún atrapado, pasó gritando junto a los heridos y moribundos piratas que quedaban sobre el barco, una de esas frases que trascienden las fronteras del tiempo: "¡Argabaaaa!" (se cree que “argaba” significa “no se preocupen muchachos, los salvaré” en algún lenguaje antiguo). El capitán del Miundo trepó al tentáculo que aún seguía atravesando el barco y corrió sobre él con dirección a la cabeza de la bestia. El Scyllan comenzó a sacudirse tratando de liberarse pero el pirata no perdió el equilibrio y, pocos metros antes de llegar a las fauces de la bestia, pegó un gran salto para, aprovechando el impulso de la carrera, clavarle su cutlass donde mejor pudiera... y mejor no pudiera haberlo hecho, porque se volvió a escuchar aquel terrorífico alarido pero esta vez con un matiz diferente, como si aquel terrible monstruo marino acabara de encontrar a la horma de su zapato, y la acabara de encontrar enterrada (con zapato, cutlass y todo) en su ojo derecho.

Los tentáculos empezaron a golpear el agua y las olas sacudían la ya bastante quebrada embarcación, amenazando con voltearla en cualquier momento. Albatros trató de mantenerse colgado del cutlass aún enterrado en el ojo de la bestia, pero la fuerza del monstruo pudo más y lo terminó arrojando al agua. El contramaestre vio que tenía la oportunidad de salvar el pellejo, así que se subió a la chalana de emergencia y soltó las amarras de ésta para caer al mar. El resto de piratas (o al menos los que aún podían moverse) lo siguieron, arrojándose ellos mismos al agua y nadando hacia la fugitiva barquita. La bestia seguía embistiendo el mar y al Miundo con fuerza (y con sus tentáculos). Albatros logró ponerse en el camino de la chalana y fue recogido por sus ex-tripulantes. Lo último que vio el capitán del Miundo fue a su primer barco hacerle honor a su nombre.

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